lunes, marzo 29, 2004

De los PERROS

Este no es un día para aplaudir a esos animalitos de rabo entre las piernas y de diversidad de colores, que ladran a todo lo que se les ponga a la mano, aun cuando tampoco es para actuar contra ellos, como aquellos desalmados del alma que a punta de tóxicos quieren salir de ellos cuanto antes.

De verdad que me movió el piso, leer y ver la noticia de la muerte de muchos de ellos, que no lograron superar la prueba de estar olisqueando todo lo que se les atraviesa, y no solamente eso, sino de estar masticando lo que ven y hasta lo que no ven.

Me pregunto: quien tendrá mas responsabilidad en tales hechos: el dueño del perro, la sociedad que lo permite, o el eutanásico personaje callejero que harto hasta la coronilla no encontró otra manera más práctica para limpiar las calles de Bogotá que esa manera impía y democrática de que cada animal consuma por su cuenta y riesgo el veneno.

A estas alturas del partido, viendo el problema que todos originan con sus gustos refinados, y hasta enfermizos, me atrevería a proponer que cada persona que adquiere una mascota, en su lugar, adopte un niño pobre, lo críe, lo eduque, lo vista, lo lleve al veterinario, y de esta culta manera limpiemos el mundo de tanto perro suelto y bravo, haciendo una obra de misericordia, en lugar de estar llenando el mundo de más animales que por cierto nos está llenando de boñiga las calles y los parques.

Adelante señores, que la idea es buena aun cuando no revolucionaria, y en lugar de que la población canina sobrepase la población humana mundial, defendamos la especie que por cierto día a día muestra más signos de debilidad, o sino que lo diga la peste porcina, y la peste del pollo, o es que debemos esperar hasta la peste perruna ?

Salvemos a este mundo perro, señores, primero los niños, luego, si queda mundo, si los perros.

(sus comentarios a valentin24horas@fastmail.fm )



martes, marzo 23, 2004

Fiolosofando

Nunca podremos solucionar los problemas menores, mientras no los miremos como mayores, en tanto que los problemas mayores ellos mismos se encargaran de obligarnos a solucionarlos.

domingo, marzo 21, 2004

Aquí entre nos..

UN FUGAZ TRANSMILENIO

Lo primero que vi al subirme al transmilenio número 99 fue que todas sus sillas eran azules. Sí, y estaban alineadas en columnas de una fila de fondo, en una línea alargada que se pegaba lateralmente a las ventanas del bus.

La sensación de espacio era arrobadora, y casi sin darme cuenta estaba caminando de una sección a otra, y me acercaba tanto a la puerta intermedia, como a la de atrás, y vuelta de nueva a la principal.

Era un triunfo de la practicidad, que conllevaba la urgencia de sólo transportar sentados a sus asociados minusválidos, y todos los demás que busquen un espacio interior donde vivir los siguientes treinta minutos.

Ya después lo que vi, era de no contar, porque fue tal la densidad de población que ocupó el espacio dejado por las sillas naranjas, que me vi rodeado de personas por todas partes, en un juego de rostros que se me antojaban conocidos de tanto mirarlos, hasta cuando cumplido mi recorrido pude a punta de empujones deslizarme por entre las personas hasta la puerta de salida.

Una vez afuera, hube de reconocer que viajar rápido tiene sus ventajas, pero que como si fuera poco, también tiene sus desventajas, y una de ellas, el sacrificio del espacio interior que antes ocupaban la sillas naranjas, que ahora con su ausencia le dicen naranjas a los viajeros que antes ocupaban tales espacios para dormir.

Y no fue un sueño, como en Luciano Pulgar, ni tampoco que la vida se me esté transformando en sueño, pero entre las rendijas que pude observar a través de los mínimos espacios dejados entre los rostros apretados, sí pude observar las losas de los pisos de los corredores, y sentir a su paso, que ninguna de ellas se agitaba a nuestro paso, e inclemente aceptaba el paso de la pasada carga.

Y como de los sueños hechos realidad algo debe quedar en la realidad, la moraleja de mi deseo es que para viajar se debe arriesgar, que para llegar a tiempo se debe sacrificar el puesto, y que la única manera de viajar a mil es a través de transmilenio.

Para terminar aclaro, que no soy socio de transmilenio, ni conductor de tales buses, que no participo ni en su ensamble ni desensamble, pero que soy un eterno agradecido de mi tiempo desde que pude volver a viajar al centro de la ciudad en treinta minutos.

Y como constancia final, no soy Enrique. Feliz viaje entre estaciones, y por favor no se le ocurra leer en el transmilenio, menos fumar, y ni se le pase por la cabeza robar.

Lo siguiente que espero poder ver son transmilenios de colores, que me refresquen la vista, y se vuelva a hablar de un transporte multicolor como en las tan coreadas vueltas a Colombia. Y señores conductores, una sonrisa por favor, les cuesta menos que una frenada.

sábado, marzo 20, 2004

OCURRIÓ DE VERDAD

OCURRIÓ HOY

Cuando Carlos me dijo que un zapatero había sido elegido presidente, palabra que no lo podía creer, y tenía toda la razón de que la razón dudara, porque imagínense ustedes un zapatero de presidente.

Al indagarme en mi fuero interno, sólo me cabía en la mente, que para que tal esperpento fuero cierto, sólo podía suceder que el tal zapatero, lo fuera, pero como dueño de una compañía de calzado, empresario de la suela por el suelo, pero no de cualquiera, sino mínimo de una de aquellas que a través de las cadenas de televisión, la radio y la prensa nos inundan con su necesidad sentida publicitaria, y que se nos van metiendo hasta entre las medias. Sí, no había otra fórmula.

Al imaginarme alelado al otro lado de la línea telefónica, Carlos me aclaró finalmente, que el tal presidente, ni era zapatero, ni tenía una profesión tan antigua como la humanidad, sino que lo único que tenía de zapatero era su apellido. …Uf, descansé en mi fuero interno, porque la patria lo único que necesitaba para terminar con la poca suela que quedaba era un zapatero, y vaya uno a saber si se trataba de uno de esos de suela gorda.

Y a fe que declaro que no tengo nada contra los zapateros, porque hasta en mi ADN llevo sangre de zapatero, y si no fui zapatero fue porque ya en mi pueblo para la época de mi nacimiento ya empezaban a salir de circulación, entre otras cosas por la andanada de zapatos que llegaban del exterior vía marítima de los países de oriente, a unos precios tan irrisorios que la profesión se volvió como tal. Y los zapateros cambiaron de profesión, y en lugar de tales se volvieron comerciantes y contrabandistas, y muchas profesiones más que hoy hacen cola en las fiscalías de mi patria. Y hasta perdió jerarquía cuando el santo de los lunes se volvió zapatero, y su sinónimo empezó a colgar de la percha de la locha y la inacción, y fue reemplazado más tarde por san emiliani, que después creo fue reemplazado por un santo moderno mas corto san email, creo..

Cuando en las horas de la tarde, gabo me llamó para hacerme la misma aclaración, me confesó que ni siguiera en sus libros aún no escritos se le hubiera ocurrido haber tomado como profesión para uno de sus probables dictadores el que su oficio natural hubiese sido zapatero, vaya carajo, me hubiera tenido que ir a tu pueblo a averiguar sobre la profesión, y vaya cipote dificultad aún encontrar algún viejo zapatero que me contara cómo fue eso, tratando de descifrarlo detrás de un mostrador como vendedor de algo, o alrededor de una silla giratoria cortando en volandas los cabellos escasos de un cliente ocasional en su nuevo oficio de peluquero, menos competido internacionalmente, pero tan desvirtuado por aquello del sexo indefinido, no sólo del cliente sino del mismísimo profesional de la tijera.

Cuando colgamos finalmente, una vez las aclaraciones quedaron como tal, caminé por la última ciclorruta inaugurada por el saliente defensor del pueblo de mi ciudad, con el libro “la culpa es de la vaca” bajo el brazo, pensando en la ocurrencia del día, cuando un ciclista en trance de competición casi me saca de circulación, y a través de unas vulgaridades impublicables, me obligó a caminar por la calzada de los buses, y me hizo pensar filosóficamente, que quién sabe para que las cosas mejoren quizá lo último que nos hace falta es tener como mandamás un zapatero, nunca se sabe, lástima que el último elegido no lo sea de profesión sino sólo de apellido.

Felices suelas, amigos., y no crean todo lo que les cuenten, y no cuenten todo lo que les cuenten, porque el que cuenta todo lo que cree termina filosofando …...

( Sus comentarios al email valentin24horas@fastmail.fm

martes, marzo 09, 2004

ESPACIO PARA UNA CARTA EXTRAVIADA


Hoy más que un weblog cotidiano, prefiero escribirte a ti, luchadora pertinaz, loquilla sin medida, investigadora de lo de acá y de lo de más allá, que hoy el mundo te quiere cobrar tu rebelde comportamiento y tu pensamiento maduro, a precios de jirones de hijos y de amor filial, a costos presentes del amor de hijos que al igual que las hormigas prefieren el dulce del momento al acíbar de una corrección necesaria por lo maternal.

Oh mujer, no te alabo tus decisiones actuales, ni tus aflicciones futuras, ni tus desencantos pasados, pero si tu temple para sostener una situación difícil, que parece que te aplasta a ratos, y que tu cual heroína tratas de vencer con tu pertinacia permanente, pero que a veces igualmente te asola, y te resiente, y te intranquiliza hasta el punto de hacerte pensar en la posibilidad de enjuiciar tus decisiones. No sé si lo que haces es lo que tienes que hacer, pero si sé que es una situación dada por las circunstancias fortuitas de la vida, que seguramente hubieras repetido estuviera o no este jovencito, que el tiempo tarde o temprano te lo hubiera reconocido, y que sería el camino que estarías recorriendo igual conmigo o sin mí.

El los últimos tiempos me ha asaltado la idea de si mi presencia de pronto no desencadenó tu decisiva decisión de vengar tu pasado sometido, tu ayer inmolado a la vida de tu marido, el tiempo perdido en una causa perdida, tus mismas hijas que niegan unas horas vividas a sus vidas sin un reconocimiento válido que ahora se niega y se olvida sin recato alguno, todo aunado y encerrado en una explosiva combinación que ahora manejas con suculencia de prestidigitadora, lanzando al aire veinte botellas que logras equilibrar por los aires, pero que ya empieza a maltratarte espiritualmente.

No te escribo lo que te escribo para agrandar aún más tus inquietudes del presente, mujer, ni para darte más motivos de cavilación y de desesperanza, solo quiero mujer que sepas que me tienes aún filosofando sobre tus cosas y tu gente y tu presente, que estoy ahí para darte los consuelos que necesites, para que encuentres el calor que a veces te falta como el aire, para oírte el melancólico presente que te acorrala y parece pedirte cuentas, para apechicharte cuado las circunstancias lo permitan y lo ameriten.

Ahí cerca de ti persiste inquietante y tentador tu amigo del alma, tu novio instantáneo, tu amante furtivo, tu loco de atar con su loca da atar, tu hombre de paso, tu macho virtual, tu consolador permanente, tu consejero de horas y de minutos que parecen horas, sí, persistiendo aún sobre los hechos maltratantes que cual puñales te desgarran y te enfrentan al hecho del ser o o ser, de tomar o no tomar, del ir o venir, de correr o de estar, de decidir sobre lo concomitante que inquietante de mantiene en vilo.

Sea lo que decidas, que no te maltraten las decisiones, que no te desmigajen las horas o los minutos subsiguientes, que tengas el temple suficiente para decirles a quienes tengas que decirles tu decisión de pedrada, que tu presente es esto o aquello, que tu pasado fue esto o aquello, pero que tu futuro no será ni eso ni aquello, sino tu decisión reposada y equilibrada que sopese lo bueno del pasado, y lo bueno del presente, pero también lo bueno del futuro, que no necesariamente es lo bueno dado por los sentidos, al fin y al cabo todo se acaba y al final lo que queda que es nada, no valía ni siquiera la pena de un análisis como el que te dejo ahora.

( Para los comentarios que deje el presente, serán bien recibidos en valentin24horas@fastmail.fm )


lunes, marzo 08, 2004

TODO POR UNA TABLA

Cuando mi sobrina me notificó que sus conocimientos en química apenas sobreaguaban lo mínimo que debe saber una persona que asiste a su tercera clase de química inorgánica en décimo grado, y cuando vi en sus ojos aguachentos la impotencia que le causaba desconocer las energías de ionización de cada uno de los elementos de la tabla periódica, y aún más, cuando decidió sentarse sobre los libros a esperar que por algún mecanismo de osmosis desconocido la iluminación iónica le alumbrara como en un proceso socrático, entonces decidí ayudarla, no tanto para que aprendiera algo más, sino un poco para enseñarle que hay cosas en la vida que tienen solución aún cuando parezcan insalvables.

Y tabla en mano, pero no la tradicional férula, me puse en la tarea de explicarle cómo opera la tan famosa energía de ionización al igual que la otra no menos famosa afinidad electrónica, teorías que no expondré aquí por no tratarse de una Web Log química.

Y si señores, al cabo de las quinientas, no horas, ni leguas y menos millas, al cabo de los minutos, no menos de quince, mi sobrina había cambiado su rostro adusto y vencido, por uno más optimista, como más ionizado, y en una afinidad química nocturna, ya era hora de dormir, sobrepasó la teoría y se asentó en los reales de la práctica respondiendo las preguntas que el maestro inconcluso había promovido en un tarea que yacía en una tabla periódica vacía de elementos. Sí, porque de eso se trataba, sin hacer uso de la tabla proponer una tabla que no fuera la tabla original sino una parecida que pareciera la original, con un poco menos de sus pretensiones estadísticas pero un remedo final, que las orientara en el difícil mundo de la química de los elementos, o habrá otra ?

Terminada la tarea, quedaba una lección, ya no química, sino pedagógica: preguntando preguntando se llega a lejos, y no tan lejos si la respuesta la tenemos al alcance de la mano, pero valedera a la vez, porque no siempre las soluciones estarán al alcance de la dificultad.

Y una final, que no tiene que ver con la nota: si algo se debe saber, aún antes que saber el saber del conocimiento, es la sabiduría de la paciencia con la que nos debemos revestir para nadar en las aguas infestadas de tiburones de las ciencias, y levantándonos cada vez que la ciencia nos golpee, mirar de frente y peguntar una vez más, al sabio que más cercano a nuestra sabiduría nos pueda contestar las mil y mil tareas que aún nos quedan por desarrollar en este mundo de la ciencia y las tareas impredecibles.

Si la nota es la vida del estudiante, lo es aún más la vida cuando ya la nota no tiene su influencia rectora. A estudiar pues, señores, no importa en que calle de la vida se encuentre, porque en algún lugar de la vida, en un aula alguien muy cercano este necesitando sus conocimientos para solucionar un problema que parece más difícil que todos los problemas de la vida.

No olvidemos: los problemas del colegio los inventa el profesor, en tanto que los problemas del profesor los inventa la vida.

( Sus comentarios a esta página, los puede enviar a valentin24horas@fastmail.fm
Contestaré personalmente todos sus emails, también me interesa su mundo.)

sábado, marzo 06, 2004

Un olvido económico

Hoy amanecí con tan pocas ganas de dejar pasar la inquietante tragedia de la economía mundial, que decidí escribir aquello que me lacera el sentido común.

Sí, porque desde que dios decidió echar fuera del paraíso el sentido común, sentimos su ausencia hasta en las labores domésticas más insignificantes. Sí, y dios parece echado del país, del departamento, del municipio, del barrio, y hasta de la casa. Y con dios, el sentido común, y tan mancomunadamente, que llego a creer que una cosa y otra son la misma cosa.

Ya se nos hace un nudo gordiano aceptar que uno más uno son dos, y preferimos remontarnos a teorías tan descabelladas por lo atrofiantes que apretujan estudiosos nuestros sobre estudiosos exteriores, en rimbombantes despliegues matemáticos, que con plena seguridad hubieran enrojecido de pena a José Vicente Gómez, el ex-dictador venezolano, responsable actual de que Venezuela tengan un petróleo propio y pletórico, por la única razón de haber usado el sentido común. Sí, fue capaz de parar una negociación que se fundamentaba en teoremas inentendibles para su filosofía indígena milenaria y que le corcoveaba internamente porque no le cuadraba con la matemática doméstica que le enseñaba que uno más uno fueran definitivamente dos.

Prefirió decir que no, que pararan la cosa, que esperen que no entiendo de qué hablan ustedes, esperen que como que estoy perdiendo el hilo, y mientras consumía un sorbo de café tan negro como el mismo petróleo que negociaba, prefirió destasar su ignorancia y aceptar que lo del tanto por ciento no le sonaba, y que su talante campesino sólo le permitía llegar a entender que el tanto por ciento parece que reemplazó al trueque, pero que su filosofía sólo le condescendía aceptar un barril para usted y un barril para mí, y no se hable más de porcentajes que son palabrejas que desplazan la realidad y con el tiempo serán las responsables de desplazar personas, y pueblos y razas, dejen eso por dios, que lo del porcentaje suena a diablo.

Y en esta globalidad, estamos en una babel inentendible, que para resolver el problema siempre necesitaremos un técnico, o un sabio, o mejor un graduado en Harvard, para que su interpretación nos sirva de aliciente y de ejemplo, mientras en sus alforjas cargan con todos nuestros pesitos tan trabajosamente conseguidos.

Se perdió la cultura económica ancestral, y bebemos destragadamente la que nos venden desde afuera, porque la miramos como lo in, lo que mandan los cánones, la que matemáticamente funciona, pero que desconoce la interioridad del país nuestro tan mixto por la convivencia de pensamientos tan disímiles y tan frustrantes y con tantos intereses subyugándose mutuamente, que antes la economía no presenta un destrozo de peores realidades.

La economía campesina milenaria nos enseñó que si un campo produce cien pesos de los cuales cincuenta fueron de inversión que hay que pagar, entonces solo podemos contar con cincuenta pesos de utilidad con lo cual pagar arriendos y alimentos y sueldos, y solo lo restante podía llegar a recibir el nombre de réditos, que ahora sí podrían utilizarse para nuevos aspavientos económicos. De no ser así, esa microeconomía no puede llegar a conformar la brizna que con briznas y más briznas llega a organizar ese gran árbol que todos nos enseñan a través de la televisión y de la radio, y que en la condición actual es más de boom, como aquel otro, que de verdad, y que como en la fábula de la Biblia está tan elevado y tan feraz y tan florido que perdemos la escala y la realidad, y por sobre sus ramas de magnitud galáctica no vemos su profundidad, y sólo apreciamos el horizonte, el nuevo horizonte, el que está al frente, y perdemos con tanta sapiencia la dimensión real, la única, la de la altura, porque olvidamos que ese mismo árbol de la economía no puede subsistir mientras su única dimensión no exista: la altura, y la altura es su tronco.

Por dios, se perdió el tronco, desapareció con tanto juego matemático, volamos con una economía de juego de casino, y partió hacia una luna cercana lo único que nos quedaba de realidad: el sentido común.

Se nos olvidó mirar para atrás, con el cuentito de Sodoma y Gomorra, y con nuestros adelantos tecnológicos ahora también se nos está olvidando mirar hacia abajo para que podamos entender, y que entiendan nuestros Hommes famosos, que la economía no existe porque fue una farsa dialéctica que creamos con nuestra inteligencia y que nos estamos comiendo el cuento de que avanzamos (?) y nuestra fantasía cubrió nuestra realidad y se nos olvidó como fue que empezó el cuento por nuestra malhadada costumbre de estar botando al caneco de la basura la primera parte de todas las cosas.

un olvido ECONÓMICO

Hoy amanecí con tan pocas ganas de dejar pasar la inquietante tragedia de la economía mundial, que decidí escribir aquello que me lacera el sentido común.

Sí, porque desde que dios decidió echar fuera del paraíso el sentido común, sentimos su ausencia hasta en las labores domésticas más insignificantes. Sí, y dios parece echado del país, del departamento, del municipio, del barrio, y hasta de la casa. Y con dios, el sentido común, y tan mancomunadamente, que llego a creer que una cosa y otra son la misma cosa.

Ya se nos hace un nudo gordiano aceptar que uno más uno son dos, y preferimos remontarnos a teorías tan descabelladas por lo atrofiantes que apretujan estudiosos nuestros sobre estudiosos exteriores, en rimbombantes despliegues matemáticos, que con plena seguridad hubieran enrojecido de pena a José Vicente Gómez, el ex-dictador venezolano, responsable actual de que Venezuela tengan un petróleo propio y pletórico, por la única razón de haber usado el sentido común. Sí, fue capaz de parar una negociación que se fundamentaba en teoremas inentendibles para su filosofía indígena milenaria y que le corcoveaba internamente porque no le cuadraba con la matemática doméstica que le enseñaba que uno más unieran dos.

Prefirió decir que no, que pararan la cosa, que esperen que no entiendo de qué hablan ustedes, esperen que como que estoy perdiendo el hilo, y mientras consumía un sorbo de café tan negro como el mismo petróleo que negociaba, prefirió destasar su ignorancia y aceptar que lo del tanto por ciento no le sonaba, y que su talante campesino sólo le permitía llegar a entender que el tanto por ciento parece que reemplazó al trueque, pero que su filosofía sólo le condescendía aceptar un barril para usted y un barril para mí, y no se hable más de porcentajes que son palabrejas que desplazan la realidad y con el tiempo serán las responsables de desplazar personas, y pueblos y razas, dejen eso por dios, que lo del porcentaje suena a diablo.

Y en esta globalidad, estamos en una babel inentendible, que para resolver el problema siempre necesitaremos un técnico, o un sabio, o mejor un graduado en Harvard, para que su interpretación nos sirva de aliciente y de ejemplo, mientras en sus alforjas cargan con todos nuestros pesitos tan trabajosamente conseguidos.

Se perdió la cultura económica ancestral, y bebemos destragadamente la que nos venden desde afuera, porque la miramos como lo in, lo que mandan los cánones, la que matemáticamente funciona, pero que desconoce la interioridad del país nuestro tan mixto por la convivencia de pensamientos tan disímiles y tan frustrantes y con tantos intereses subyugándose mutuamente, que antes la economía no presenta un destrozo de peores realidades.

La economía campesina milenaria nos enseñó que si un campo produce cien pesos de los cuales cincuenta fueron de inversión que hay que pagar, entonces solo podemos contar con cincuenta pesos de utilidad con lo cual pagar arriendos y alimentos y sueldos, y solo lo restante podía llegar a recibir el nombre de réditos, que ahora sí podrían utilizarse para nuevos aspavientos económicos. De no ser así, esa microeconomía no puede llegar a conformar la brizna que con briznas y más briznas llega a organizar ese gran árbol que todos nos enseñan a través de la televisión y de la radio, y que en la condición actual es más de boom, como aquel otro, que de verdad, y que como en la fábula de la Biblia está tan elevado y tan feraz y tan florido que perdemos la escala y la realidad, y por sobre sus ramas de magnitud galáctica no vemos su profundidad, y sólo apreciamos el horizonte, el nuevo horizonte, el que está al frente, y perdemos con tanta sapiencia la dimensión real, la única, la de la altura porque olvidamos que ese mismo árbol de la economía no puede subsistir mientras su única dimensión no exista: la altura, y la altura es su tronco.

Por dios, se perdió el tronco, desapareció con tanto juego matemático, volamos con una economía de juego de casino, y partió hacia una luna cercana lo único que nos quedaba de realidad: el sentido común.

Se nos olvidó mirar para atrás, con el cuentito de Sodoma y Gomorra, y con nuestros adelantos tecnológicos ahora también se nos está olvidando mirar hacia abajo para que podamos entender, y que entiendan nuestros Hommes famosos, que la economía no existe porque fue una farsa dialéctica que creamos con nuestra inteligencia y que nos estamos comiendo el cuento de que avanzamos (?) y nuestra fantasía cubrió nuestra realidad y se nos olvidó como fue que empezó el cuento por nuestra malhadada costumbre de estar botando al caneco de la basura la primera parte de todas las cosas.

viernes, marzo 05, 2004

Sólo ociando

Cuando Aurelio quiso salir de su aburrimiento, lo único que se le ocurrió fue llamar la atención. Y a fe que lo hizo muy bien. Buscó su blog diario, y supo que la única manera de combatirlo era imponiéndose la tarea de decir lo que no sentía. Y así escribió:

Hoy me encontré con la filosofía, y a fe que casi no la conozco. Venía tan desentendida de todo, como tan poco preclara, como tan ida, que preferí llamarle la atención. A estas alturas de la vida y del desarrollo, mal asunto sería que se desentendiera de los resultados de las cosas que ayudó a arreglar o a desarreglar.

Caminas o desandas ?, le pregunté a volandas, y casi vociferante, porque el ruidoso transporte que se desplazaba a estas horas, no daba lugar para diálogos civilizados.

Deambulo, porque en estas épocas, casi me desconocen, y los que me mencionan prefieren tenerme encerrada en su closet mental o en el cuarto de san alejo de la memoria.

Me pareció su respuesta como por salir del paso, pero para no dejarla pasar, le espeté: sabías, que en los colegios se han dado a la tarea de revivirte reviviendo aquellos escritos antiguos, donde Sócrates de nuevo revive con su preocupación por la educación de los muchachos ?

De verdad ?, me respondió parando en seco, acaso los maestros se enloquecieron ? de cuando acá el pensum volvió por los fueros y quiere de nuevo volver las clases de filosofía ambientes de discusión agradable, donde se vuelve a un antaño sobrio plagado de preguntas y repreguntas sin respuesta ?

Sí, Aurelio había oído en las horas de la mañana cómo su sobrina hablaba del tema, y le pareció oportuno disquisicionar sobre el mismo, cuando en un arranque de urgencia su sobrina le arrinconó mentalmente con aquella pregunta de subirse al bus, Tío qué entiendes por filosofía ? Y tuvo que decirlo, sin pensarlo mucho, porque entre otras cosas no había tiempo ni tampoco la pregunta daba tiempo para pensar. Sí, la filosofía no era de pensar, era de filosofar, y su respuesta no daba espera: filosofía es el arte de filosofar, y sólo filosofan los filósofos, así que niña si quieres ser una buena filósofa es hora que empieces a filosofar porque quien filosofa obtiene de la vida una filosofía que no lo deja desfilosofar. Entendiste ? Sólo la filosofía te puede salvar, y si te apuras y por doquiera te desplazas tu mente se ocupa de filosofar sobre todo lo que ves, por siempre tendrás la respuesta oportuna a las respuestas más inoportunas. …………. Y así Aurelio soporto lo insoportable, y sin darse cuenta se durmió placidamente, entre tanto que en el espacio virtual viajaba su última baba mental.





jueves, marzo 04, 2004

Filosofando por ociar

Cuando Aurelio quiso salir de su aburrimiento, lo único que se le ocurrió fue llamar la atención. Y a fe que lo hizo muy bien. Buscó su blog diario, y supo que la única manera de combatirlo era imponiéndose la tarea de decir lo que no sentía. Y así escribió:

Hoy me encontré con la filosofía, y a fe que casi no la conozco. Venía tan desentendida de todo, como tan poco preclara, como tan ida, que preferí llamarle la atención. A estas alturas de la vida y del desarrollo, mal asunto sería que se desentendiera de los resultados de las cosas que ayudó a arreglar o a desarreglar.

Caminas o desandas ?, le pregunté a volandas, y casi vociferante, porque el ruidoso transporte que se desplazaba a estas horas, no daba lugar para diálogos civilizados.

Deambulo, porque en estas épocas, casi me desconocen, y los que me mencionan prefieren tenerme encerrada en su closet mental o en el cuarto de san alejo de la memoria.

Me pareció su respuesta como por salir del paso, pero para no dejarla pasar, le espeté: sabías, que en los colegios se han dado a la tarea de revivirte reviviendo aquellos escritos antiguos, donde Sócrates de nuevo revive con su preocupación por la educación de los muchachos ?

De verdad ?, me respondió parando en seco, acaso los maestros se enloquecieron ? de cuando acá el pensum volvió por los fueros y quiere de nuevo volver las clases de filosofía ambientes de discusión agradable, donde se vuelve a un antaño sobrio plagado de preguntas y repreguntas sin respuesta ?

Sí, Aurelio había oído en las horas de la mañana cómo su sobrina hablaba del tema, y le pareció oportuno disquisicionar sobre el mismo, cuando en un arranque de urgencia su sobrina le arrinconó mentalmente con aquella pregunta de subirse al bus, Tío qué entiendes por filosofía ? Y tuvo que decirlo, sin pensarlo mucho, porque entre otras cosas no había tiempo ni tampoco la pregunta daba tiempo para pensar. Sí, la filosofía no era de pensar, era de filosofar, y su respuesta no daba espera: filosofía es el arte de filosofar, y sólo filosofan los filósofos, así que niña si quieres ser una buena filósofa es hora que empieces a filosofar porque quien filosofa obtiene de la vida una filosofía que no lo deja desfilosofar. Entendiste ? Sólo la filosofía te puede salvar, y si te apuras y por doquiera te desplazas tu mente se ocupa de filosofar sobre todo lo que ves, por siempre tendrás la respuesta oportuna a las respuestas más inoportunas. …………. Y así Aurelio soporto lo insoportable, y sin darse cuenta se durmió placidamente, entre tanto que en el espacio virtual viajaba su última baba mental.



martes, marzo 02, 2004

HABEMUS ALCALDE

Hay fausto en el cielo, porque finalmente un alcalde decidió preocuparse por los pobres. Sí, Lucho, como se llama el personaje de marras, decidió aquella mañana de insomnio, dar su golpe maestro: crear el día de no hambre.

Y sin decírselo a nadie, montó en su bicicleta italiana, y luciendo un precioso buzo adquirido en algún almacén de cadena de cuyo nombre no ha querido acordarse, y una pantaloneta rodillera amarilla, recorrió algunos de los 200 kilómetros de ciclovías que atraviesan y reculan la ciudad, en un ejercicio que solo se compadece con el día sin alientos, y masculló con análisis pedalero, los pro y los contra de la situación.

Ya en el primer kilómetro tenía decidido donde instalaría el gran comedor donde todos los bogotanos sin distingo se encontrarían para entre todos derrotar el hambre, si, porque tenía que ser una derrota sin ganadores ni vencidos, como coreaba su slogan de sindicalista eterno y presidente honorario desde su primera presidencia, cuando aprendió que el poder, así sea el sindical, es para conservarlo hasta que encontramos a alguien muy allegado nuestro que nos permita deambular tranquilamente por Europa. Si, tenía que ser en la plaza de Bolívar, que de ahora en adelante será la plaza de lucho, caramba, así no más, y en minúscula como corresponde a nuestra hambre milenaria.

Al completar los primeros diez kilómetros, le aterraba el menú, no tanto por lo glorioso o millonario ( no podía dejar de pensar en un otrora famoso banquete del millón, donde lo único que tenía de banquete era la banqueta de donde una vez casi se cae cuando desternillado de risa celebraba uno de sus acostumbrados chascarrillos, y que de millonario apenas se dejaba ver a través de obras que con dificultad desarrollaba un sacerdote que se hizo famoso además del mencionado banquete por la tele conferencia oficial diaria denominada el minuto de Dios), sino porque los bogotanos siempre han tenido fama de tener unos menús diversos y divertidos, y esto implicaría un pequeño referendo para poner de acuerdo a todo el mundo en ese sentido.

Antes del kilómetro 20, había decidido magistralmente, que los menús no serían uno sino varios, y que cada uno de ellos constara por lo menos de tres platillos, entre los cuales incluiría un platillo volador ( y no dejó de sonreír por la ocurrencia en los siguientes tres kilómetros, en los cuales saludó entre dientes y sonrisas a los escasos ciclopeatones que se disputaban la ciclorruta a aquellas horas de la madrugada, porque sí señores era de madrugada, que era la única hora en que un burgomaestre podía desplazarse y pensar y sonreír sin temor a ser abordado y acogido y desbordado y atracado, por aquello de que al alcalde alguien lo ronda).

Ya al borde de unicentro, con el sudor empañándole la pantaloneta y estragándole el buzo, con su bicicleta de tres libras sobre el hombro izquierdo, y aprovechando la familia de desplazados del choco que dormían bajo el semáforo de la 127, y que sobrevivían vendiendo mango biche y salpicón en vaso desechable, luego del saludo de rigor, sin apenas respirar, en un santiamén se escanció tres vasos de espeso y recadoso (mucho recado) jugo.