miércoles, abril 04, 2007

DE LOS REINOS DE LA MENTE

Hoy salí a perseguir lo limitado, y me encontré en sus confines con la INTELIGENCIA; descansaba cansada sobre la única silla vacía que quedaba antes de que empezara lo ilimitado.

Pero no me detuve, ambicioné perseguir lo ilimitado y seguí hasta la siguiente nada donde esperaba encontrar algo superior a la INTELIGENCIA, y allí no estaba.

Y proseguí hasta rozar los claroscuros de lo ilimitado, hasta donde no pude llegar porque apenas alboreaban en el horizonte cual arco iris de la alianza, pero pude percibir los deudos que allí paseaban su nostalgia vuelta desaliento de colores.

El cansancio que acarrean los campos ilimitados es de una magnitud imaginaria, que apenas se alcanza a medir en los relojes de arena de los desiertos aún no contabilizados. Siempre imaginamos que lo no descubierto tiene que ser de mayor tamaño que lo asible, y se tiene mucha razón en ello, excepto en el mundo microscópico, que día a día se encarga de tergiversar la ciencia minúscula con su precocidad de sinergia.

Pero entre todas las criaturas observables, había una que se agazapaba entre todas, y su coloración la delataba por su lozanía. Era la TONTERÍA, que expandía sus terrenos, por encima de todas las cosas, y parecía apretar lo ilimitado. Estaba en su reino.

Preferí regresar por el camino transitado, y me senté a descansar cerca del sitio donde la INTELIGENCIA reposaba, y le oí murmurar entre dormida, lo infinitamente constante de la TONTERÍA, lo facilista de su interpretación, lo simple de su filosofía y lo extendido de su influencia.

Pero en su sonrisa beatífica, noté un dejo de intranquilidad. ¡Aunque no lo crean!, la INTELIGENCIA tenía su límite, y estaba en reconocer que más allá del reino de la inteligencia, no hay más reinos.

La felicidad del hombre no radica en estrangular hasta el límite la INTELIGENCIA, sino en limitar a lo cotidiano el tamaño de sus TONTERÍAS. Se puede llegar igual de lejos, con poca INTELIGENCIA pero con pocas TONTERÍAS. Pero no se llegará nunca al fin deseado, sólo desgranando tonterías.

Sin embargo, a pesar del grado de encarnizamiento interior, entre la INTELIGENCIA y la TONTERÍA, de su guerra pacífica dentro de los quehaceres diarios, en todas partes de la tierra el sol sigue saliendo al amanecer, y el sol y el amanecer lo ignoran.

Así el mundo sin parar, del hombre con semáforos y sin paraderos siderales, se seguirá atiborrando de tonterías e inteligencias de los hombres. El día que el mundo se replete, ahíto, girará sobre su eje, y escanciará estruendoso su contenido, en un ejercicio de alcantarillado celestial.

Y entonces el mundo parecerá un hombre descomunal, amorfo, macilento, vomitando inteligencias vueltas tonterías, y….. viceversa.

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