jueves, octubre 21, 2004

Fábula de optimismo


La imaginación es madre de toda originalidad, hasta del optimismo:

Llevaron a un niño escolar a un cuarto lleno de estiércol de caballo, y lo encerraron allí por una hora.

Cuando regresaron sus maestros, lo encontraron totalmente sucio, y cubierto de boñiga hasta las orejas. Al preguntársele por qué, él contesto aún jadeante y sin parar de buscar:

"Presiento que debajo de toda esta boñiga hay un Pony, y lo estoy buscando

lunes, octubre 11, 2004

LA APUESTA

Dario era un dromedario de gran alcurnia, que se creía el cuento de que era el dromedario más hermoso de la región, y pasaba las horas sentado sentado puliendo su giba, hasta dejarla brillante.

Un día Dario se encontró con su congénere de raza llamado Sindrome, el cual siempre miraba a Dario por encima de la giba, y no desperdiciaba la oportunidad de retarlo a las cosas más insólitas.

Y a fe que Dario había perdido con Sindrome muchas de las apuestas, y por un par de ellas estuvo a punto de perder la vida. ¡ Cuántas veces regresó de esas correrías con su pelo despeinado y la joroba andrajosa de arena y sol ¡

Pero aquella madrugada, Sindrome traía un rostro como de animal grande, y plantándose delante de Dario le espetó: “hoy quiero hacerte la propuesta más dromedaria que se me haya ocurrido, ¿ quieres oírla ?”

Y mirando a la distancia, señaló el monte Jorobado, con forma de doble pirámide en medio del desierto de la Gorgonzola, y agregó: “aquel de nosotros que sea capaz de subir al pináculo del cerro en el menor tiempo posible con la joroba del compañero, y retornar de allí antes de que el sol cruce su cenit, será el ganador, y el premio por tal proeza será quedarse por siempre con la Giba del compañero”.

Una risa nerviosa y babeante sacudió el cuerpo de Dario que no podía imaginar a alguien ganando la apuesta, y llevando después sobre su espalda dos jorobas. Si una de ellas de por sí era compleja y estorbosa, ¡ qué tal dos ¡. Estas cosas no se le habían ocurrido ni a Dios, que en medio de la magia natural de la creación, creó todas las combinaciones de animales hasta desbordar la imaginación más truculenta y caprichosa.

“Qué tal dos gibas, en lugar de una, ¡ estás loco, Sindrome ¡.”, alcanzó a decir Dario.

Y se corrió la competencia. En el interregno entre el salir el sol por el oriente y ponerse por el occidente, Dario y Sindrome se dieron a la tarea biológica de cumplir la apuesta.

A la mañana siguiente, con el rocío de la mañana, un cuadrúpedo con cierto aire de similitud con un dromedario, avanzaba cancino hacia algún desierto vecino, con paso inaplazable llevando sobre sus espaldas el premio de su apuesta.

Los escasos vecinos que lo vieron marchar, reconocieron en el animal un remoto parecido con Sindrome, y así le vociferaron, pero Sindrome ya no quiso reconocerse en tal nombre, y marchó con el sol con el sol de la tarde.

Un perdido pueblo de nómadas beduinos, en medio de arena y dunas y más arena, fue el nuevo hogar de Sindrome, que se oyó llamar en la rara lengua: CAMELLO.

viernes, octubre 08, 2004

Una lección, de hermana menor

Divina nunca podrá olvidar el día navideño, al cumplir sus primeros dieciocho años, cuando el Banco puso en sus manos la tarjeta debito a través de la cual podría cibernéticamente acceder a su pensión de sobrevivencia.

Y antes de contárselo a sus amigas, prefirió disfrutarlo en su fuero interno como en aquel cuento de valentin donde el protagonista goza con el alargue de la espera de lo que siempre lo hizo esperar.

Y hasta su hermana Humana, recibió la noticia como cualquier nota normal de periodismo diario, y no manifestó en apariencia la menor relevancia al asunto.

Tres días después de la buena nueva, cuando Divina se disponía a utilizar el cajero más cercano, se enteró de lo insalvable: su tarjeta había desaparecido. “¡ Qué fatalidad, preferible que se pierda la contraseña, pero la tarjeta¡ “

Para Divina no había explicación plausible. Si las tarjetas no tienen vida propia, y el chip interior que las caracteriza sólo se usa para guardar prestamente la información personal contenida, ese sencillo adminículo no podía tener vida propia para estarse desplazando por ahí como cualquier presidente americano.

Y supo e intuyó que Humana estaba embrollada en todo este asunto. Como en ocasiones anteriores, ésta vez Humana había tomado la tarjeta para hacerle a Divina otra de sus travesuras de adolescente adulta, y como en los casos anteriores no abriría la boca hasta verla rabiar de calor.

Entonces, en un rapto de sigilo y en un instante de descuidado trance de belleza desplegado por Humana, Divina tomó la cédula de Humana, la guardó en su cartera de forma abananada, y salió a recorrer la ciudad.

A su regreso, encontró a Humana compungida, lista para salir a su paseo de aguinaldo, y en un lenguaje teatral le mostró a Divina la tarjeta, diciendo. “Hermanita, perdóname por esconderte la tarjeta, aquí la tienes, pero por favor devuélveme mi cédula ? “

Divina la miró de frente con toda la estatura de sus 1,50 metros, y le espetó:

“Guárdatela hermanita, pero ya no la necesito, puedes quedártela, que ya puse la denuncia y pedí un duplicado. En cuanto a tu cédula, la volví cenizas.”

Humana, con la cabeza gacha y rasgándose las vestiduras de la piel, nunca podrá olvidar aquella navidad cuando aprendió que las hermanas menores también hacen cosas de hermanas mayores.

jueves, octubre 07, 2004

Sí, sí, cilantro

Aquella tarde de viernes, Sor María de la Santísima Trinidad citó a través del megáfono de la rectoría, a todo el grupo de estudiantes del grado once para la charla de la semana.

Eran charlas de integración, de reconocimiento, y de aleccionamiento de la vida, para que sus estudiantes tuvieran la firmeza de espíritu para enfrentar la vida con entereza y con una pisca de sabiduría religiosa.

Y sus niñas de dieciséis años, esa tarde debían saber todo lo que se debe saber acerca de las novedades y simplezas de la educación sexual.

Y peroró incansable, como si los controlara a diario, sobre los centros neurológicos desde donde se inicia y se incita cerebralmente la sexualidad en los jóvenes, y repasó la mecánica mental que lleva a deambular por tórridos caminos los sentidos en las jovencitas, y azuzó sobre las calamitosas exhuberancias encargadas por si mismas de avivar la iniquidad del deseo y la pasión, y finalmente se detuvo en el acto, ésa red intrincada de ires y venires que se entremezcla con la vida y la sacude y la avienta y la descarga como una naranja madura.

Y cuando toda la fase teórica hubo quedado clara y sospechosamente rociada sobre el ánimo de las jovencitas que miraban y remiraban a Sor María, algo aburridas, ya para terminar Sor quiso que de toda la exposición quedara si no todo muy claro, por lo menos si un dejo de realidad de calle, y entonces con voz trémula por la emoción y la vergüenza, sin dejar caer la cara por la urgencia, les dijo finalmente:

“ Y si la realidad os lleva a que las cosas no resultaren como os habíais imaginado, entonces confiad vuestros temores al plan B, el cual resuelve el problema de la regla atrasada con una ramita de cilantro. Suerte hijas mías, y que Dios os bendiga”.

Al lunes siguiente, Sor Fabiola, notó en su clase de religión, que todas sus estudiantes jugueteaban entre sus labios con una ramita de cilantro.

miércoles, octubre 06, 2004

Por una esperanza

Hoy valentin prefirió salirle adelante a las respuestas, y se fue lanza en ristre en busca de las preguntas.

No era un día cualquiera, aun cuando lo pareciera, como así lo sentían los miles de vendedores informales apostados a lado y lado de las vías.

Un hombre sin querer, que se topó de trompicón, queriendo saber la hora confundió la respuesta y se la zafó la pregunta: “ Señor, ha visto usted por aquí la esperanza ?”

Si que la había visto, y no solo eso, había estado tan cerca que casi me hubiera atrevido a capturarla de no haber sido porque una patrulla se me adelantó en el empeño.

Pero sería esa la que buscaba el desventurado indagador ? O sería talvez aquella otra, que sin mirar pasó cerca de mí, sin saludar siquiera, y que pasó muy cerca del último comprador de lotería de la esquina ?

¿ Y todas esas otras, que con el mismo nombre pasaron junto a mí, no eran acaso también esperanza de un buscador sin esperanza ?

“No, señor, no la he visto. Como usted, también la estoy buscando. Quiere que le acompañe en su búsqueda ?”

Desde aquel día sin nombre, una muchedumbre deambula por el mundo, buscando la esperanza, y un hombre feliz en una pollina no se cambia por nadie porque supo que la encontró
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