lunes, febrero 16, 2004

Porqué somos como somos, y nos justificamos ?

Cuando caminamos por la calle vemos tantas personas y tan disímiles de nosotros, que nos parece como estar mirándolas a través de una pantalla de televisión, como si lo que vemos tan en directo solo fuera otra película.

Claro, no somos nosotros, somos los aficionados de un espectáculo, que vemos como sin que nos concierna, como diosecillos enseñoreados, que sin intervenir sentimos como que las cosas que nos pasan cerca de nosotros no nos atañen.

Porqué el caballero de corbatín verde no deja de conducir tan apresuradamente, y se hace cargo de la responsabilidad que lo enseñorea, y nos expone a todo el personal que transporta a un accidente inminente ?

Porqué la secretaria de medias tornasoladas, no deja de hablar por teléfono, y me atiende prontamente ? acaso su sueldo no depende de lo que todos los usuarios le pagamos ?

Porqué esa señora corre como loca, y al rozarme descuidadamente casi me hace caer mi helado de fresa preferido ?

Porqué ese taxista pasa como loco, manejando desesperado, y poniendo en peligro a cuanto transeúnte se atraviesa a su despistado paso ?

Porqué ese periodista insiste en culpar irritadamente al jugador de fútbol de color, que el pasado domingo, en lugar de patear el balón sobre el arco, lo pateó contra el público en un riflazo que de repetir la acción demoledora contra los vidrios de la tribuna, hubiera fulminado el arco enemigo ?

Todo conserva un porqué intrínseco, que dentro de nuestra cabeza bulle con rabia a veces, con cinismo algunas otras, y hasta con asangrado espíritu de homicidas potenciales, porque no aguantamos ese cinismo visible que no se adapta a nuestra manera de pensar. Porqué, porqué, y todos los que quiera anteponer a todos los aquí escritos.

Será razonable tanto porqué, o la razón es de los demás únicamente? o será la razón de todo el mundo ? Para responder a tales inquietudes, analicemos todas las situaciones una a una, y al final discerniremos, si hay o no hay razón, o por el contrario, lo que existe es una insania que amerita un remedio inmediato.

Veamos: ¿ el señor del corbatín verde, tiene alguna razón de peso, para que juegue con la vida de los pasajeros que transporta ? El señor responde: pues si señor, un hijo en mi casa se muere, y por tanto requiero terminar cuanto antes el presente recorrido, para correr hasta la casa a llevarle una medicina que necesita de manera urgente.

Veamos: ¿ la secretaria de medias tornasoladas debe jugar con el tiempo de los demás, y someter a todas las personas que hacen fila a esperar hasta cuando la susodicha termine su perorata ? La secretaria responde: pues si señor, mi suegra no pudo pagar el recibo del teléfono en su fecha última, y estoy tratando de que se lo reciban a través del Conavitel de mi esposo, usted entiende, quedarse uno sin teléfono en Bogotá, y ella es la persona que me cuida la nena mientras estoy trabajando ?

Veamos: ¿ la señora que corre como loca tiene derecho a hacerme caer mi paleta preferida ? La señora de pañoleta roja, responde: qué pena señor, pero no lo vi por una parte, y por la otra, fue usted con su estúpido pasito tun tun que se atravesó en mi camino y me obligó a estrellarme contra su humanidad. Acaso no sabía que mi prisa obedecía a que mi esposo me espera urgido en la avenida diecinueve para asistir a una cita que tengo en el seguro social ? Miré cómo me manchó la blusa, que en diciembre me regaló mi hija!

Veamos: ¿ el taxista desaforado, con la camisa por fuera y el radio teléfono a todo volumen, que utiliza hasta el andén para desfogar su afán desesperado, puede inicuamente poner en peligro la vida de una comunidad que creó las reglas de convivencia precisamente para que podamos sobrevivir a ciertos peligros de la vida moderna ? El taxista, limpiándose los dientes, con un palillo sintético, responde: pues yo cumplía con mi trabajo, pues debo recoger una pasajera que debe estar en el aeropuerto en media hora, y si no es así, pierde el vuelo internacional que sale en media hora, así que por favor le ruego se quieten de mi camino, que de otra manera no solamente peligra el retardo de la pasajera, sino que hasta mi trabajo va a estar en peligro por su estúpida chochería !

Veamos: ¿ tiene licencia para despotricar el comentarista de fútbol contra los jugadores de fútbol, y revanchistamente arremeter con su lenguaje de incendio en sus comentarios cuando un futbolista en desarrollo de una jugada que todo el mundo asocia con un juego, perdió la oportunidad de anotar un gol, y el artífice del comentario remata enfrente del micrófono y las cámaras de televisión: qué ineptitud con el balón, que incapacidad técnica, que deficiencia en fundamentación, que ausencia total de conocimientos en el manejo del balón, que…. El mentado comentarista, mesándose la calva y atornillándose las gafas a sus emblemáticas orejas responde: pues ese es mi trabajo, y yo soy el crítico número uno de lo que ocurre en la cancha, porque para eso me pagan y porque mis conocimientos me permiten críticas para mejorar el balompié colombiano.


Todos tienen su explicación justificadora que para sus adentros cumple la función justificante que acredita y a la vez evidencia la labor desarrollada, hasta el punto, que cual gallos finos podemos envalentonarnos a defender semejantes actitudes. Todos con la razón en la mano, tan creíble para cada uno en su actitud defensiva, y hasta arrolladora, que juran que acaban de confesarse y comulgar, y que de ser necesario repetirían la acción.




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