viernes, junio 25, 2004

Un banquete de verdad

Siempre se ha pensado que la solución a los sitios que deben guardar la información para luego ser hojeada, deben ser lugares cercanos a nuestras residencias, home bibliotecas, y con ellas la calidez de sus instalaciones y el buen trato de sus dependientes.

Pero esas bibliotecas de camerino, de barrio, de localidad, de sector geográfico de la ciudad están mandadas a desaparecer por los siglos de los siglos, porque ya cumplieron su función, o mejor, ya la incumplieron, con su manera de guardar la información: en textos unitarios de difícil localización, y cuando se localizan el aburrimiento en los usuarios, o el tiempo que corrió, o la hoja que faltó, atenta de mil formas contra la bibliotecomanía.

Entonces llega la virtualidad, la formula mágica que combate la realidad y la irrealidad, y saca de los lugares públicos las bibliotecas públicas para hacerlas más públicas, más asequibles llevándolas a todas partes para que no estén en ninguna, y su búsqueda sea solo tarea de una linterna net que nos direcciona a páginas virtuales de ciencia, datos e información.

Si amigos, la biblioteca del futuro va a estar allí, en el espacio, colgada de los farolitos virtuales, a la mano de todos, irreglamentaria, con la información de primera mano, sorteada y escudriñada a través de motores de búsqueda que en segundos te ubican no la información que el buscador virtual quiere obligarte a ver, o las que las grandes multinacionales quieren que veas, sino la que tu necesitas, la que deseas, la que te hace falta para pronosticar el pedacito de mundo que estas a punto de descubrir.

Y esa biblioteca va a llegar, debe llegar, cuándo ?, porque estará disponible para que todos de todas las partes del mundo le enviemos nuestras noticias, nuestras investigaciones, nuestros trabajos diarios, y nuestros ahorros de memoria, nuestros archivos guardados en el baúl de los irrealismos, y se depositen allí en ese mundo universal más grande que el universo, en una memoria del mundo anterior, presente y futuro, todo, hasta los pensamientos más recónditos, guardados con la privacidad de los ojos del mundo, para que todos veamos lo que necesitemos ver, a la hora nona de nuestras imperiosas búsquedas..

Bibliotecas del mundo, países del mundo, mandatarios del mundo, multinacionales del mundo, bibliotequitas de barrio, bibliotecas personales, colecciones únicas, libros únicos, se acabó la hora, llegó la hora de abandonar la tibieza de los recintos cerrados y privados, y catapultar al espacio las informaciones, los datos, los registros, lo recóndito, lo guardado, lo secreto, para llevarlo a la GRAN BIBLIOTECA, la memoria del mundo, la que no pasará así pase usted, o yo, o el papa, o le presidente x, o el guerrillero m, etc.

Sé que llegará después de mucho luchar, después de muchos capítulos de tratados, de excepciones, después de que pase todo, porque si las bibliotecas de garaje ya cumplieron su ciclo, señores nos queda la GRAN BIBLIOTECA.

¿ Si fuimos capaces de exterminar la gran realidad que era el mundo real, no seremos capaces en contraprestación de crear otro igual, talvez más grande, la GRAN BIBLIOTECA , el cerebro de Dios ? Y para todos, and free.

La gran biblioteca del futuro no será de nadie, ni estará en ninguna parte, y tendrá un tamaño tan descomunal que no cabrá en ninguna parte.

Todo el mundo querrá saber donde está localizada para visitarla con su familia, y poder disfrutar un helado en compañía de tanta ciencia junta.

Algunos habrá que prepararan su famoso paseo de olla, para compartir con la alacena de la ciencia la alacena del día sin hambre.

Todos se proveerán de papel y lápiz para extraer de ella lo más fecundo de sus conocimientos, y se encontraran con una pizarra de pantalla y unos teclados que invitan al rebusque. Los únicos lápices que sobrevivirán al monumento faraónico de la mente, será el lápiz virtual.

Las bibliotecólogas estarán mandadas a recalentar en otras bibliotecas de olvidadas tardes de viernes, porque su puesto ya no tendrá puesto, y sólo sobrevivirá la melancolía de sus puestos de aburrición cuando de mal talante se dignaban corresponder con un gruñido frío nuestros amables: buenos días, señorita.

Y no tendrán tampoco, horario ni calendario, ni reseñas de préstamos interbibliotecarios ni interestudiantiles, y talvez ni interplanetarios, y ni siquiera juzgados por una nota sin notas donde quede indescifrable la visita de médico de un convidado profano.

Invito a la comunidad mundial, a crear esa gran biblioteca espacial, que no tendrá de la de Alejandría más que su nombre, pero que será un millón de veces más grande que la biblioteca más grande, y que ocupara un millón de veces menos espacio que la biblioteca más pequeña del libro Guinnes, y que poseerá como bagaje interior toda la información del mundo desde que la historia creo su primer libro de historia de la historia, y contendrá toda la ciencia del pasado remoto, y del pasado menos remoto, la del pasado de ayer, y el hoy, y el de esta tarde, y el futuro, y el más allá, y la ciencia tendrá su cabida desde cuando la ciencia pensó ser ciencia hasta la de hoy que desbordó sus propios limites y se expandió universo adentro por los caminos intricados de la materia y la antimateria.






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