sábado, julio 10, 2004

NEGOCIEMOS

Cuando Tatiana se acercó a mi escritorio, feliz y con su rostrito encarnado, ya tenía en sus manos las dos revistas enter de ultima adquisición, algo arrugadas, y con buena dotación de mamarrachos en casi todas sus pagínas.

Y sólo quería jugar, con esa ingenuidad que dan la falta de los años, y que perpetúan con sus solicitudes muy parecidas a los programas de televisión infantil.

“Ingeniero, será que puedo salir al parque a jugar “?

Y su necesidad de jugar incansable, que mejora la falta de horarios de clases, y que empeora la ausencia de tareas y de jornadas pedagógicas al parque tan de moda antaño en otras administraciones, debía tener una respuesta acorde con tal necesidad de correr, y dilapidar energías, y fundirse con el barro de los parques y con los desechos de los perros y de los gatos, y hasta de los pájaros.

Sólo un detalle adictivo de Tatiana me llamó la atención: mientras hablaba, con su mohín de niña que sabe que nada le será negado , iba pasando sosegadamente sus dedos por entre la boca, y los labios y los dientes, y la lengua, y todo… Por Dios, ¡ esta niña se estaba comiendo las uñas.. !

“ Tatiana, por favor, cómo es posible que te estés comiendo las uñas, por Dios a estas alturas de la vida “

Como todo niño que se respete, y con la hiperactividad que es su pan nuestro de cada día, me contestó casi sin pensarlo mucho:

“a mi me gustan, ingeniero, y en el colegio nunca nos dicen nada al respecto, antes por el contrario, nos mantiene entretenidas”

Qué tal la respuesta, como para alquilar paciencia.

Entonces supe, que el sentido común aunado a la malicia indigena tenían que hacer su parte, y facilitarle a los criaturos que hicieran lo que les gustara sin torcerles sus inclinaciones naturales.

Nada mejor para un adulto, que un niño haga lo que el mayor quiere, y nada mejor para un infante que termine haciendo lo que el quiere.

Qué filosofía de ensueño. La vida vuelta fiesta, y todos en ella, como si nada pasara. El cielo en la tierra, diría mi abuela.

Y le propuse transitoriamente, así:

“Bien Tatiana, como tu gusto es comer uñas, OK, comerás uñas. Solo que para hacerlo cumplirás una condición.”

“Listo, ingeniero, diga no más cual es, y al minuto la tendrá”

“Bien niña, a partir de ahora, y a la hora que quieras, podrás comerte las uñas. La condición, es que tendrás que empezar por las uñas de los pies.”





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