sábado, marzo 20, 2004

OCURRIÓ DE VERDAD

OCURRIÓ HOY

Cuando Carlos me dijo que un zapatero había sido elegido presidente, palabra que no lo podía creer, y tenía toda la razón de que la razón dudara, porque imagínense ustedes un zapatero de presidente.

Al indagarme en mi fuero interno, sólo me cabía en la mente, que para que tal esperpento fuero cierto, sólo podía suceder que el tal zapatero, lo fuera, pero como dueño de una compañía de calzado, empresario de la suela por el suelo, pero no de cualquiera, sino mínimo de una de aquellas que a través de las cadenas de televisión, la radio y la prensa nos inundan con su necesidad sentida publicitaria, y que se nos van metiendo hasta entre las medias. Sí, no había otra fórmula.

Al imaginarme alelado al otro lado de la línea telefónica, Carlos me aclaró finalmente, que el tal presidente, ni era zapatero, ni tenía una profesión tan antigua como la humanidad, sino que lo único que tenía de zapatero era su apellido. …Uf, descansé en mi fuero interno, porque la patria lo único que necesitaba para terminar con la poca suela que quedaba era un zapatero, y vaya uno a saber si se trataba de uno de esos de suela gorda.

Y a fe que declaro que no tengo nada contra los zapateros, porque hasta en mi ADN llevo sangre de zapatero, y si no fui zapatero fue porque ya en mi pueblo para la época de mi nacimiento ya empezaban a salir de circulación, entre otras cosas por la andanada de zapatos que llegaban del exterior vía marítima de los países de oriente, a unos precios tan irrisorios que la profesión se volvió como tal. Y los zapateros cambiaron de profesión, y en lugar de tales se volvieron comerciantes y contrabandistas, y muchas profesiones más que hoy hacen cola en las fiscalías de mi patria. Y hasta perdió jerarquía cuando el santo de los lunes se volvió zapatero, y su sinónimo empezó a colgar de la percha de la locha y la inacción, y fue reemplazado más tarde por san emiliani, que después creo fue reemplazado por un santo moderno mas corto san email, creo..

Cuando en las horas de la tarde, gabo me llamó para hacerme la misma aclaración, me confesó que ni siguiera en sus libros aún no escritos se le hubiera ocurrido haber tomado como profesión para uno de sus probables dictadores el que su oficio natural hubiese sido zapatero, vaya carajo, me hubiera tenido que ir a tu pueblo a averiguar sobre la profesión, y vaya cipote dificultad aún encontrar algún viejo zapatero que me contara cómo fue eso, tratando de descifrarlo detrás de un mostrador como vendedor de algo, o alrededor de una silla giratoria cortando en volandas los cabellos escasos de un cliente ocasional en su nuevo oficio de peluquero, menos competido internacionalmente, pero tan desvirtuado por aquello del sexo indefinido, no sólo del cliente sino del mismísimo profesional de la tijera.

Cuando colgamos finalmente, una vez las aclaraciones quedaron como tal, caminé por la última ciclorruta inaugurada por el saliente defensor del pueblo de mi ciudad, con el libro “la culpa es de la vaca” bajo el brazo, pensando en la ocurrencia del día, cuando un ciclista en trance de competición casi me saca de circulación, y a través de unas vulgaridades impublicables, me obligó a caminar por la calzada de los buses, y me hizo pensar filosóficamente, que quién sabe para que las cosas mejoren quizá lo último que nos hace falta es tener como mandamás un zapatero, nunca se sabe, lástima que el último elegido no lo sea de profesión sino sólo de apellido.

Felices suelas, amigos., y no crean todo lo que les cuenten, y no cuenten todo lo que les cuenten, porque el que cuenta todo lo que cree termina filosofando …...

( Sus comentarios al email valentin24horas@fastmail.fm

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