Este no es un día para aplaudir a esos animalitos de rabo entre las piernas y de diversidad de colores, que ladran a todo lo que se les ponga a la mano, aun cuando tampoco es para actuar contra ellos, como aquellos desalmados del alma que a punta de tóxicos quieren salir de ellos cuanto antes.
De verdad que me movió el piso, leer y ver la noticia de la muerte de muchos de ellos, que no lograron superar la prueba de estar olisqueando todo lo que se les atraviesa, y no solamente eso, sino de estar masticando lo que ven y hasta lo que no ven.
Me pregunto: quien tendrá mas responsabilidad en tales hechos: el dueño del perro, la sociedad que lo permite, o el eutanásico personaje callejero que harto hasta la coronilla no encontró otra manera más práctica para limpiar las calles de Bogotá que esa manera impía y democrática de que cada animal consuma por su cuenta y riesgo el veneno.
A estas alturas del partido, viendo el problema que todos originan con sus gustos refinados, y hasta enfermizos, me atrevería a proponer que cada persona que adquiere una mascota, en su lugar, adopte un niño pobre, lo críe, lo eduque, lo vista, lo lleve al veterinario, y de esta culta manera limpiemos el mundo de tanto perro suelto y bravo, haciendo una obra de misericordia, en lugar de estar llenando el mundo de más animales que por cierto nos está llenando de boñiga las calles y los parques.
Adelante señores, que la idea es buena aun cuando no revolucionaria, y en lugar de que la población canina sobrepase la población humana mundial, defendamos la especie que por cierto día a día muestra más signos de debilidad, o sino que lo diga la peste porcina, y la peste del pollo, o es que debemos esperar hasta la peste perruna ?
Salvemos a este mundo perro, señores, primero los niños, luego, si queda mundo, si los perros.
(sus comentarios a valentin24horas@fastmail.fm )
lunes, marzo 29, 2004
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