miércoles, abril 14, 2004

UN PLATILLO VOLADOR ROJO

Transmilenio es hoy por hoy la única empresa entre las empresas nacionales que más orgullo despierta entre los bogotanos, y por qué no decirlo entre los colombianos.

Ya en una época, el orgullo paisa se paseó, cuando el metro de Medellín era el referente en las diferentes comparaciones, y a fe que tenían su razón y su fama estuvo bien ganada, hasta cuando la inminencia económica dio al traste con el orgullo y hubo que aceptar que era un concorde en el desierto de nuestras necesidades porque la danza de los millones invertidos nunca sería recuperada y que antes por el contrario, siempre estaría la colonia paisa sufriendo el efecto creciente de una deuda que nunca se empieza a pagar, todo porque el funcionamiento de su estrella del transporte a pesar de cualquier manejo sabio y serio, siempre estaría baldado por la insuficiencia de sus réditos que nunca sufragarían ni siquiera sus propio funcionamiento.

Y mirado desde este punto de vista, Transmilenio lograba atenerse a la ética de la inversión, y obtenía el margen aceptable de manejo y de utilidad pírrica, que permitió decir que era autosostenible.

Que si un sistema era más moderno que el otro, que si el uno arrastraba más personas que el otro, que si era más rápido, que si era más eficiente, todos estos que, se van al baúl de los recuerdos y hasta del olvido, cuando vemos en los rostros de sus viajeros, cómo el tiempo juega con el programado, y cómo de nuevo los bogotanos podemos comprometer nuestro horario en cumplir los compromisos y las citas, y podemos decir hoy, que hemos recuperado parte de nuestra veracidad horaria porque llegamos a las citas de una manera más inglesa, más cumplida, gracias a la personalidad cumplida del Transmilenio.

Ya una persona que torna al ambiente cumplido en sus horarios la tildan de mas eficiente que transmilenio, y su remoquete se volverá con el tiempo un referente de nuestro alcanzado bienestar bogotano en este sentido. En algo ha cambiado nuestro quehacer diario transmilenio, que logró desterrar de nuestro lenguaje diario el descarnado DESPELOTE, que era la cuchufleta de siempre, y con la expectativa de empeoramiento.

Quedan cosas por hacer ? Quisiera decir que muy poquitas, pero queda mucho por hacer, en campos tan disímiles como el precio, el cubrimiento y el confort. Si Transmilenio ha logrado traernos al presente, luego de vivir en el hueco mazmórrico del pasado, también debemos aceptar que lo que queda por hacer es titánico y extendido en el tiempo, porque aun cuando Transmilenio ha demostrado su cara amable y de mejorado servicio, lo que queda por hacer de igual manera pueda reversar a más de un dirigente.

En cuanto al precio ? Nunca será suficiente su monto que cubra todas las expectativas de sus desarrolladores y empresarios, y nunca será tan módico como para que todas las clases sociales lo puedan mirar como una boleta al futuro y al igualamiento de la sociedad. Quizá con su extensionamiento a toda la ciudad, llegue a uniformizar y extender su uso, que con la desaparición del transporte público que conocemos, subsidie las zonas marginadas con los opíparos denominados alimentadores, que de tales tienen mucho pero que de eficiencia si dejan mucho que desear.

Ya hablaremos en detalle en cuanto al confort de los transmilenios, quizá uno de los lunares que quedan en su encasillamiento interior, y que ha cambiado entre los bogotanos hasta la manera de robar.

( sus comentarios a valentin24horas@fastmail.fm )

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