sábado, mayo 15, 2004

Qué CAMELLO

Cuándo los oftalmólogos finalmente pudieron respirar, faltaban cinco para las seis de la mañana, y se debía dar el diagnostico y la recomendación pertinente.

Su dictamen había sido juicioso y tajante: láser, y no lo habían dudado un instante, y lo de manos a la obra, fue un decir, porque su intervención fue de más rapidez que las apariciones y desapariciones del siglo anterior, o de las invasiones de película en rojo y verde de los gringos.

Habían salvado la patria, y misael estuvo listo a la hora convenida: 7 a. m.

Y no es de risas señores, el camello de la historia, estuvo listo para aventurarse por estos arenales del infierno, al rayar el sol en el oriente invariable, tal como quedó prometido. No había más. El primer camello con gafas del desierto.

A escaso kilómetro de iniciada la correría, ya misael se estaba refregando los ojos a cada paso, y ni siquiera las gafas oscuras dispuestas para la ocasión lograban evadirle la alborotada cantidad de arena que trataba de infiltrársele por entre los lentes de contacto. Y qué lentes, señores !, de color agua marina, elección tierna que fue el gran aporte femenino de la científica oftalmóloga, que quedó muy satisfecha una vez pudo llegar a tal elección de susto.

Dos cosas tenían enmohinado a misael, que no era de cuento, pero que el pobre no podía comunicar dado su legado genético invocabuler.

Uno, como dice alvaro, otro camello de avanzada, misael se distrajo tanto con la nueva tecnología, que vió más de lo que debía ver, y vió, señores, vió los oasis más cerca, ahí no más, y corría desaforado a su encuentro, y claro, los granos de arena se le acercaban más raudos, y más fuertemente se le entremetrían entre los parpados, bailoteándole los ojos, los lentes y los oasis.

Y dos, había algo más, y era que las gafas le mataban, si señores, le molían la parte lateral de su mula de camello, y así no se podía, y fue cuando el animal, pegó estampida loca, y voló por entre los arenales, y corrió por entre las dunas, y fue más rápido que la vista, hasta que sólo fue un punto aparte en el horizonte de los oasis.

Nunca nadie encontró las gafas de misael, y su desaparición tiene algo de magia de secuestro y de ascensión, y los oftalmólogos se quedaron viendo un chispero ante la imposibilidad de presentar a la comunidad científica su última revolución: laser y lentes de contacto para camellos.

1 comentario:

Ing. VALENTIN CASTELLANOS . dijo...

Hola valentin. En verdad me gustan tus formas tanexttrañas de proponer tus ideas, y creo que cada vez que algo se te ocurre el mundo vibra de ansiedad y de deseo porque todo fuera oidos.
tu desconocido yo.